El violento escorzo que ofrece los
caballos cayendo, en unas posturas inverosímiles,
demuestran el profundo conocimiento que el artista del
dibujo de estos animales y la técnica prodigiosa con la
que contó en el momento de la ejecución de su obra, a base
de trazos envolventes y sorprendentes contrastes de tono
muy matizados.
La representación de animales aislados,
tal y como los hemos venido ejecutando hasta este momento,
puede constituir una obra de arte; pero su primordial
función consiste simplemente en llegar a conocer
perfectamente diversas actitudes, movimientos y
proporciones para que el animal, luego, pueda formar parte
de un tema más amplio y con un carácter artístico más
definido.
La importancia que el animal tenga
dentro de una escena más compleja dependerá del interés
expresivo de la obra, ya que podrá cobrar un papel de
protagonista o simplemente de complemento de otros
elementos más destacables.
Especialmente en aquellas
circunstancias en que el animal tenga cierta relevancia en
la escena será definitivo el conocimiento que tengamos
respecto a ese tipo concreto de animal. Así, pues, como el
problema más arduo con el que el dibujante se encuentra
ante el tema de los animales es la imposibilidad de
mantenerlos en una pose determinada, deberá conocerlas
todas de memoria. Para lo cual es imprescindible el
estudio minucioso de actitudes y comportamiento, y la
adecuación del animal a los demás elementos que
intervengan en el tema.
Observemos la siguiente imagen a
continuación:
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