El carboncillo, el lápiz carbón y
derivados
El primer material que utilizó el hombre para
dibujar fue una rama carbonizada de sauce, de vid o de nogal: el
carboncillo. Un medio primitivo usado por los griegos, los
romanos, los artistas de la Edad Media y del Renacimiento, con
el que proyectaban y dibujaban sus murales. En el siglo XVI,
cuando se descubrió el fijador, el carboncillo sobre papel
blanco y azulado era el medio favorito de los venecianos
Tiziano y
Tintoretto, mientras Guercino
era un entusiasta del carboncillo bañado con aceite de linaza,
con lo que se conseguía un negro más intenso y estable.
El artista de hoy dibuja al carboncillo para
proyectar el tema, la iluminación y la composición; para
estudios de figura, principalmente de figura desnuda; para
proyectos y cartones (bocetos a escala reducida de pinturas
murales) y para el dibujo inicial de cuadros al óleo, con la
ventaja, en este caso, de que el carboncillo se borra fácilmente
pasando un trapo, pero deja una señal tenue que permite
rectificar o pintar encima sin dificultad.
El carboncillo se fabrica en bastones de unos
13 a 15 cm por un diámetro que va
desde la ramita de 5 mm.
a la rama de hasta 1,5 cm. Algunas
marcas ofrecen tres gradaciones: blando ' medio y duro.
Derivado del carboncillo, el lápiz carbón,
conocido también como lápiz o crayon
Conté, está constituido por una mina de carbón vegetal y
sustancias aglutinantes protegidas por la madera del lápiz. Se
fabrica en tres, cuatro y hasta seis gradaciones, indicadas con
números, con letras o con los términos blando, duro,
etc...
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