El carboncillo, empleado tradicionalmente en
la iniciación al dibujo, es el medio más inestable de todos
cuantos se emplean en esta forma de expresión artística. Pero
como contrapartida ofrece la ventaja de ser un procedimiento
sumamente efectista, ya que permite cubrir grandes zonas de
dibujo en poco tiempo. Debe utilizarse sobre papeles de gran
formato, principalmente de grano medio y sobre todo poroso
siendo muy recomendable el papel verjurado, tipo
Ingres. Dada la dificultad de que el
polvo de la barra carbón se integre en la superficie del papel,
puede difuminarse y, finalmente, debe fijarse siempre. Ofrece
una amplia valoración tonal de manchas y cierta precisión en la
ejecución de líneas.
Las barras de carboncillo
Las barras tradicionales de carboncillo
procedían de madera porosa, generalmente encina y eran más
grandes que las actuales. Hoy se fabrican unas barras de carbón
prensado, muy estable y eficaz existiendo también una variante
que incorpora aditivos grasos. Para trabajar con la barra de
carboncillo, en primer lugar, es preciso partir un trozo y
aplicarla plana sobre el papel para conseguir manchas. En caso
de que deseemos realizar líneas finas la emplearemos de canto, o
con la punta, para lograr pequeños detalles.
Diferentes calidades
CARBÓN DIRECTO: Cuando la barra de carbón se
aplica directamente sobre el papel sin frotar, es un medio
sumamente inestable y la mancha que produce adquiere la textura
propia del papel.
DIFUMINADO CON DIFUMINO:
Más completo que el difuminado con los dedos es el que obtiene
con el difumino. La superficie ofrece un acabado más uniforme y
el carbón se integra mejor en el papel.
DIFUMINADO CON LOS
DEDOS: Si la superficie manchada se difumina con el dedo, el
tono rebajará notablemente pero deberemos insistir en la zona
que exija la aplicación de un negro más intenso.
DIFUMINADO CON LANA Y
ESPONJA: El difuminado más perfecto se consigue con lana y una
simple esponja, a aplicando en todo caso más cantidad de carbón
y degradando de forma progresiva.